El
Poema de la Semana
Lunes
12 febrero 2017
14
DE FEBRERO, DÍA DE SAN VALENTÍN...
de
San Próculo y San Cirión, Santa Lucía de los Ángeles y San
Antonino,
Abad de Montecasino.
Con
la cartera ya esquilmada por vísperas, fiestas navideñas y
rebajas, somos invitados a otra celebración del comercio que nos
impele de nuevo a salir a la calle y comprar, si nos queda algo en
los bolsillos, alguna fruslería para manifestar nuestro cariño y
estima a nuestra pareja, consolidada o en ciernes; y ya de paso a
amigos, hijos, o a quien caiga... Porque si se trata de festejar el
Amor, con mayúscula, porque es como se debe hacer cada día del año,
ahí caben todos. ¡Y cómo lo saben quienes en estas fechas colman
escaparates y estantes con la intención de instigar conciencias y
alentar emociones!
La
literatura, sin embargo, no necesita mártires ni pretextos ni fechas
señaladas; solo palabras, y el deseo de crear un espacio gratuito en
el que autor y lector conviven compartiendo un sentimiento o
experimentando una emoción.
Esta
semana dos poetas sevillanos separados en el tiempo más de cincuenta
años protagonizan nuestro poema de la semana. Tiempos distintos,
formas distintas de concebir la poesía y de hablar de amor.
 | ||||||||||
| Caricatura de Luis Cernuda realizada por Samuel Flores Llanos |
Te
quiero
Te lo he dicho con el viento,
jugueteando como animalillo en la arena
o iracundo como órgano impetuoso;
Te lo he dicho con el sol,
que dora desnudos cuerpos juveniles
y sonríe en todas las cosas inocentes;
Te lo he dicho con las nubes,
frentes melancólicas que sostienen el cielo,
tristezas fugitivas;
Te lo he dicho con las plantas,
leves criaturas transparentes
que se cubren de rubor repentino;
Te lo he dicho con el agua,
vida luminosa que vela un fondo de sombra;
te lo he dicho con el miedo,
te lo he dicho con la alegría,
con el hastío, con las terribles palabras.
Pero así no me basta:
más allá de la vida,
quiero decírtelo con la muerte;
más allá del amor,
quiero decírtelo con el olvido.
Luis
Cernuda
EL
LADO BUENO DEL AMOR
El
amor es un sitio donde no se envejece,
un
pierdo pero y qué, tampoco importa mucho,
un
no sé qué decirte, es tanto lo que atonta,
así
que no me quejo por muy mal que me vaya.
¡Con
tal de que me deje dormir de vez en cuando;
si
debo hacer de vientre, que no me ponga pegas;
si
sudo, no me riña, toda la culpa es suya,
o,
si digo bobadas, comprenda a qué se debe!
A
mí, pues, la verdad, me encanta ir a su aire,
¿qué
quieres que te diga? También tiene su cosa,
su for
you,
su paisaje, su quid y su tronío.
Y
digo que el amor, ése que a mí me gusta,
es
cierto, agosta mucho, pero te deja un cutis
que
muchas lo quisieran para sus pasarelas,
te
quita del tabaco, te hace vencer siempre,
y
hasta te protege de las enfermedades;
es
más, es buen antídoto contra las depresiones.
Amor
del más corriente, del que vive cualquiera.
No
me refiero a otros de lujo, pasionales,
con
crímenes en plan romeos y julietas.
El
mío es de a diario, de café con tostada,
de
no sé si podré verte luego a las ocho.
Espérame,
cariño, que me estoy orinando.
¡El
amor!, ¡ese amor donde no se envejece!
Ése,
en fin, que no pesa. ¡A quién puede pesarle,
si
seguimos amándonos igual que en el principio,
amándonos
en todo, a pesar de los años!
Mira
tú qué gozada tenerte que aguantar.
Carmelo Guillén Acosta
No hay comentarios:
Publicar un comentario